
Todos en algún momento de nuestra vida hemos experimentado sentimientos de vergüenza ocasionados por alguna situación de extrema presión. Es entonces cuando se nos suben los colores al rostro, sentimos bochorno y deseamos que la tierra nos enguyera y así desaparecer de ese lugar. Sin embargo, la vida no funciona así. Para quienes hacemos música en vivo hacer el oso, como comúnmente le llamamos, es un riesgo siempre latente.
No recuerdo bien en qué año fue, creo que 1995. Era el Concurso Nacional de Rondallas Puebla y en aquella ocasión el comité organizador determinó que las rondallas participantes presentaran en la final un tema de Agustín Lara. En la categoría A se presentaba la Rondalla Regional del Estado de Puebla, que comenzó su participación impresionando al público por la potencia de sus voces al interpretar el tema Granada, del ya mencionado compositor. Cuando el solista interpretaba una estrofa de la canción se le salío un tremendo gallo, como coloquialmente lo llamamos, provocando el desconcierto de propios y extraños.
La lista de incidentes es muy larga e incluye desafinaciones, descoordinaciones, rotura de instrumentos, caídas, entradas a destiempo y un largo etcétera. Incluso, durante algún tiempo, en el desaparecido sitio MiRondalla.net se publicó un video con la caída de la solista de una rondalla, al que también se editó con una música muy fiestera volviéndolo incluso gracioso.
Aunque no vamos por la vida pensando en evitar hacer el ridículo, tenemos cierta tendencia a rechazarlo. A veces el miedo se apodera de nosotros y somos presa de nuestro propio nerviosismo. En el año de 2006, también en el Concurso de Puebla, yo formaba parte de la Rondalla Clásica de la misma ciudad. En el tema Sobreviviré yo debía iniciar con un solo de requinto, di unos pasos al frente y ante las miradas atentas del público toqué el requinto más enredado e inexacto que hubiera ejecutado jamás. En ese momento sentí que los nervios se apoderaban de mí y, aunque no tuvo consecuencias mayores, fue un momento muy difícil.
Seguro a ti te ha sucedido o has sido testigo de un oso. Cuéntanos el mejor.
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